Andrés Morales was born in Santiago de Chile in 1962. “PABLO NERUDA NATIONAL PRIZE OF POETRY 2001” and many others in Chile, Spain, Argentina and France (First Prize in “XII Prix Internationale La Porte des Poetes 2007”) of Paris.
He is the author of Por ínsulas extrañas (1982), Lázaro siempre llora (1985), No el azar-Hors du hasard (in Spanish and French, 1987), Vicio de belleza (1992), Visión del oráculo (1993), Romper los ojos (1994), Escenas del derrumbe de Occidente (1998), Réquiem (2001), Izabrane Pjesme (in Croatian, 2001), Memoria muerta (2003), Demonio de la nada (2005) and Los Cantos de la Sibila (2009). Also several books of essays Altazor de puño y letra de Vicente Huidobro (2001) and De palabra y obra (2003), for example.
His poetry has been translated to nine languages. He is Full Professor of Spanish and Latin American Literature and Poetry Workshop at the University of Chile at Santiago de Chile. Member of the Chilean Academy of Language, corresponding the Royal Academy of Language of Spain.
To Gonzalo Rojas
-There in no destiny clearer than the iris of my eye,
ask children who go around weeping dirt,
stop at the sea to breathe its flight
if the sun is transparent and whimpers and doesn´t appear.
The seer her eyes, and her teeth
click, and her dry, ill-tempered tongue.
-The wheel always turns to the center of its heaven
and everything stops and speaks and remains.
-Lying naked on her chaise, she will always keep on knitting,
maybe her lover will never return from the war
and the years will dance by with no recognition
of the pieces of metal, the colonnade, the sea.
-Later I see silence and a merciless cry.
Blood discovered its own hollow weight.
Farther on a fire and a Consul’s horse
and martyrs that smell of fickle glory.
…There are clouds in my brow and fishes,
there are planets…
I can see how the path becomes formless and falls away.
The moon draws near, the angel draws near.
Two thousand bells strike, they pierce my hearing
and Jericho surrenders and the eagle dies
while the bull flees behind the lions.
The heralds carry the next-to-last news.
Rome has fallen. Tenochtitlan. Cuzco.
-Once again tears flow over my rings.
-The police wait behind the walls,
there is not escape, they mark me with sulphur,
they force me, they condemn me, they kiss me on the cheek.
-Remove those mirrors, rekindle that fire!
-Hunger moves me and I feel how the crows fly
in my mouth, my frenzied ones.
-For I never announce what one writes yesterday!
…There are clouds in my hands
I only remember the sea…
Andrés Morales
© Translated by Prof. Nick Hill, Fairfiels University, U.S.A.
Oráculo
-No hay azar más claro que el iris de mi ojo,
pregunten a los hijos que van llorando tierra,
deténganse en el mar a respirar su vuelo
si el sol es transparente y gime y no aparece.
La adivina cierra sus ojos y crepitan
los dientes y su lengua, malhumorada, seca.
-La rueda vuelve siempre al centro de su cielo
y todo se detiene y habla y permanece.
-Desnuda en el desván irá tejiendo siempre,
tal vez nunca regrese su amante de la guerra
y bailarán los años y sin reconocer
los trozos de metal, la columnata, el mar.
-Después veo silencio y un grito despiadado.
La sangre descubrió su propio peso hueco.
Más allá un incendio y el caballo cónsul
y mártires que huelen a gloria antojadiza.
…Hay nubes en mis cejas y peces,
hay planetas…
Puedo ver la huella cómo se desfigura y cae.
La luna se avecina, el ángel se avecina.
Dos mil campanas hieren, se clavan en mi oído
y Jericó se rinde y el águila perece
mientras el toro huye detrás de los leones.
Penúltimas noticias, los heraldos corren:
Ha caído Roma, Tenochtitlán el Cuzco.
-Otra vez el llanto recorre mis anillos.
-La policía aguarda detrás de las murallas,
no hay escapatoria, me arrastran con azufre,
me fuerzan, me condenan, me besan en la cara.
-¡Alejen los espejos, aviven ese fuego!
-El hambre me conmueve y siento como vuelan
los cuervos en mi boca, enloquecidos míos.
-¡Por qué jamás anuncio lo que se escribe ayer!
…Hay nubes en mis manos,
recuerdo sólo el mar…
Poetry in this post: © Andrés Morales
Published with the permission of Andrés Morales